Variadas son las causas que pueden motivar a un sujeto a solicitar tratamiento psicológico. Las hay bien definidas, con una decisión tomada por parte del consultante, en un acto de reconocerse en relación a su padecer, conociéndose partícipe de su situación particular, y que en el mejor de los casos quiere saber sobre sí mismo.
Pero también sucede otra cosa, cuando el consultante es llevado, y en ese primer llamado/pedido, él nada tiene que ver. Ser llevado, no significa solamente ser un niño llevado por sus padres o un paciente psiquiátrico llevado por su familia. También es llevado aquel que consulta por recomendación o indicación de otro (médico, maestra, amigo, etc.) pero que no encuentra un por qué, más allá de esa recomendación no reconoce un motivo para consultar, aparte del respeto a ese otro que lo recomienda.
Hay un trabajo inicial por hacer con este consultante: conducir las entrevistas en función de la construcción de un motivo de consulta, de la apropiación por parte del mismo de ese interés por el tratamiento. Que ubique algo desde el propio discurso como eso que convoca a avanzar por la vía de la palabra, vía por la cual se trabaja en un tratamiento psicológico, la palabra como condición. A partir de ahí y una vez delineado lo que motiva, se inicia la relación consigo mismo y el camino se hace al andar.
martes, 8 de septiembre de 2009
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