domingo, 20 de septiembre de 2009

Acerca del nombre

Tener un nombre, nombrar, nombrarse, ser nombrado…. poner en juego la dimensión de la palabra, la palabra que intenta nombrarnos frente al otro, la palabra que intenta nombrar lo que nos pasa.
La palabra que nunca alcanza a cumplir estos objetivos, porque… ¿hay una palabra que pueda definirnos? ¿Hay una palabra que pueda nombrar lo que sentimos en un momento de tristeza, o cuando estamos enamorados, o simplemente, cuando no sabemos qué nos pasa?
Pero a su vez está la palabra como lo que vehiculiza algo de todo esto, lo que nos permite enterarnos de algo, y mientras tanto, nos va aportando esos pequeños “algos”, que son las herramientas con las que nos relacionamos con los otros y con nosotros mismos.
Son algunas palabras que, unidas a otras palabras, empiezan a anoticiarnos de aquello que para cada uno, y sólo para cada uno, se ha ido constituyendo en la causa de sus pesares y de sus deseos.
En un tratamiento psicológico, hay una condición: la palabra. Sin la palabra no es posible.
La palabra es dicha por alguien que consulta, y a quien se aloja por medio de la escucha. Aquel que solicita atención psicológica tiene algo para decir, es un sujeto que busca un lugar para la palabra, para su palabra.
Pero en otro sentido, una vez instalada la palabra, se abre un lugar. El dispositivo que se ofrece está pensado para el acontecimiento de un mas allá de lo explicitado: una palabra que siendo desplegada en su significación abre a la posibilidad de existencia de un nuevo sentido a lo dicho, posibilidad de escuchar otra cosa. Palabra que una vez dicha, funda un lugar nuevo, inaugura una nueva forma de escuchar “lo de siempre”, habilita un sentido nuevo, y un espacio de trabajo sobre el mismo, otra lectura, otra interpretación: abre un mundo, y asi, libera.

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